jueves, 17 de febrero de 2011

La maldiciòn de Hera


Zeus, al adoptar la forma de cisne y unirse a Leda, le dijo a Eco, una ninfa de la montaña:
—¡Por favor, Eco, evita que Hera me siga!
—¿Cómo?
—Háblale. Dile cualquier cosa. Cuéntale mentiras.
Eco, por tanto, le dijo a Hera que había visto salir a Zeus disfrazado de pájaro carpintero.
Hera, desde entonces, escuchó con atención todo ruido. Un día, la diosa oyó el sonido de un pájaro
carpintero, que golpeteaba el tronco de un árbol con el pico, y corrió para atraparlo. Pero resultó ser
un pájaro corriente, lo mismo que el siguiente que capturó.
Hera entonces sospechó que Eco le había tomado el pelo.
—Muy bien, niña —murmuró—. Te castigo a ser invisible para siempre y sólo podrás
repetir las palabras que digan los demás.

Robert Graves, Dioses y hèroes de la antigüa Grecia




La ilusiòn de la individualidad


(...)Existe la creencia convencional de que la democracia moderna ha alcanzado el verdadero individualismo al liberar al individuo de todos los vínculos exteriores. Nos sentimos orgullosos de no estar sujetos a ninguna autoridad externa, de ser libres de expresar nuestros pensamientos y emociones, y damos por supuesto que esta libertad garantiza nuestra individualidad. Pero el derecho de expresar nuestros pensamientos, sin embargo, tiene algún significado tan sólo si somos capaces de tener pensamientos propios.(...) 
La represión de los pensamientos espontáneos y, por lo tanto, del desarrollo de una personalidad genuina, empieza tempranamente; en realidad desde la iniciacion misma del aprendizaje del niño. (...)
Dentro de nuestra cultura, la educación conduce con demasiada frecuencia a la eliminación de la espontaneidad y a la sustitución de los actos psíquicos originales por emociones, pensamientos y deseos impuestos desde fuera. (...)Y aquello que la educación no puede llegar a conseguir se cumple luego por medio de la presión social, ya que en nuestras sociedades se desaprueban, en general, las emociones. (...)
El hombre moderno vive bajo la ilusión de saber lo que quiere, cuando en realidad desea únicamente lo que se supone (socialmente) ha de desear. El hombre moderno está dispuesto a enfrentar graves peligros para lograr los propósitos que se supone sean suyos, pero teme profundamente asumir el riesgo y la responsabilidad de forjarse sus propios fines





Erich Fromm, El miedo a la libertad
Fotografía de Chema Madoz

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