sábado, 30 de abril de 2011


(Sublime la Bordelois. Sublime)


Comunicar: tomado del latín comunicare: compartir

Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, Joan Coromines


Eurídice: la no escuchada

Orfeo es el mito trágico que pone en escena, entre otras fisuras, el abismo entre los no-escuchantes y los ha­blantes. Es la variante brasileña del mito, el hermoso Orfeo Negro de Marcel Camus -realizado en los años cincuenta e inspirado en una obra de teatro de Vinicius de Moraes-, la que revela más claramente esta interpre­tación, que parece estar implícita, sin embargo, en el te­jido mismo del relato. Orfeo desciende a los infiernos a salvar a Eurídice; la condición de su rescate (condición impuesta, no por azar, por una ley infernal invocada por Pluto) establece que hasta la salida del Hades Orfeo, que precede a Eurídice, no dará vuelta la cabeza para mirarla 2. Pero Orfeo no puede resistir la tentación y pierde definitivamente a Eurídice.
En la versión brasileña, Eurídice dice: "Si pudieras escucharme en vez de verme". El regreso al infierno se cier­ne como amenaza para la pareja ante la imposibilidad de que el varón escuche a la mujer, que es para él ante todo presencia visible, física o sexual, antes que palabra portadora de sentido. Orfeo, mitad dios y mitad hom­bre, es el creador de la música, el supremamente escuchable, nunca el escuchante. La condición impuesta a Orfeo, en realidad, consiste en superar esta situación de ensordecimiento, y así responder al deseo más profun­do de Eurídice: el ser oída. Una Eurídice invisible, que sólo puede ser escuchada, representa para Orfeo el in­fierno, porque trastorna todos sus poderes.
En la versión griega del mito, las Ménades, que re­presentan las furias femeninas, descuartizan a Orfeo, el músico que carecía de espacio y tiempo para escuchar a otros, y que por no escuchar tampoco a Eurídice perdió la visión de ella, quedando así parcialmente ciego. Las Ménades descuartizan a Orfeo y el infierno de Eurídice se sella para siempre. El infierno devora la inaudible música de Eurídice, es decir, el infierno de Eurídice consiste precisamente en ser sacrificada al imperio ex­clusivo de la música órfica, que entraña la imposibili­dad de ser escuchada en su propia palabra, en su pro­pia música3
(...)
Pero lo que nos interesa aquí es que Orfeo -que pasó a la posteridad patriarcal como el héroe-víctima y músico supremo, venerado por poetas y músi­cos como Rilke y Glück, que se identificaban sin duda con su fascinante voz todopoderosa- es en verdad quien provoca la tragedia. En efecto, ésta se desencadena por su incapacidad de escuchar al otro, que va pareja con su necesidad exasperada y exasperante de escucharse nar-cisísticamente sólo a sí mismo, y de ser escuchado a costa del silenciamiento ajeno. El mito órfico es enton­ces también la representación de un monólogo delirante que, pretextando amor, desplaza al interlocutor y lo re­duce a la nada de un silencio infernal.
(...)
Más allá de la disputa entre los sexos, sin embar­go, lo que parece sugerir el mito, desde el fondo de los tiempos, es la trágica circunstancia que hace que los más dotados para la música y la palabra -y los poderes que de estos dones se derivan- sean con frecuencia también los menos dotados para la atención y la escu­cha. Una figura posible del mito, aquella que estamos explorando en este texto, representa la incapacidad de los seres humanos de escucharnos unos a otros, así como la contumacia de nuestra inconsciente negativa a escuchar aquello que precisamente nos permite hablar­nos: nuestro lenguaje. Así, reducimos a nuestros inter­locutores y a nuestro lenguaje a la nada del sinsentido y el olvido.
Cuando se habla de competitividad en el mundo contemporáneo se piensa en general en la capacidad de imponer masivamente pautas y productos culturales e industriales, así como ideas y formas de poder a lo largo y a lo ancho de todo el planeta. Pero lo que sub­yace a este alud de imposiciones y hace posible su efec­tividad es un lenguaje monotemático que busca sólo afirmarse y escucharse a sí mismo y desatiende impla­cablemente la escucha y la necesidad del otro. La pa­labra fetiche de la propaganda comercial y política desaloja así fieramente a la palabra profunda de la tra­dición y al léxico del nuevo conocimiento; el jingle reem­plaza a la canción de cuna, el cliché político a la refle­xión original, el autismo mediático a las humildes e inspiradas formas de la estética popular o de las voces marginales.
Con razón dice Margaret Fuller que la literatura -y lo mismo vale para la cultura- no consiste en una co­lección de libros magníficos, sino en un ensayo de in­terpretación mutua. La cultura global es en gran medi­da un remedo de diálogo en el que poderosos Orfeos, embebidos narcisísticamente en su propia música, su­mergen en el silenciamiento total a los que se supone deben ser rescatados. El cine contemporáneo, con sus megaproducciones, hazañas virtuales y falsos estrélla­tos, la industria musical de nuestros días, campo de ba­talla de los intereses del rock, llevan las señales claras -o más bien, exhiben las garras- de una empresa que aspira a imponer pautas de dominio unilateral y con­ducirnos al infierno del sinsentido -o al nirvana de los zombies- antes que proponer un diálogo abierto en el que despunte lo verdaderamente nuevo, lo no dicho, aquello que necesariamente conforma el porvenir. Y así se prolonga y consolida el infierno de Eurídice.


2 La prohibición acerca del no mirar atrás no es exclusiva del mito de Orfeo: la reencontramos en el Antiguo Testamento, cuando se narra la maldición de la mujer de Lot, convertida en estatua de sal al mirar hacia Sodoma en llamas; y también aparece en el Evangelio: "El que pone su mano en el arado y mira hacia atrás no es digno de Mí".
3 El gesto de Orfeo no es único: repica ilimitadamente en la tradición lírica occidental, que expresa que el silencio no sólo le es necesario a la mujer sino que constituye uno de sus rasgos eróticos definito-rios. Tres ejemplos al caso: Baudelaire: "Sois belle et tais-toi" ; Ne-ruda: "Me gustas cuando callas porque estás como ausente / y me oyes desde lejos y mi voz no te toca / Parece que los ojos se te hu­bieran volado / y parece que un ángel te besara la boca."; Vocos Lescano: "Dices, y mientras dices, lo que dices / vuelve las cosas cla­ras y felices / y hasta donde llega el júbilo convoca. // Pero callas y entonces, cuando callas / se inclina el cielo al sitio donde te ha­llas / y se te llena de ángeles la boca." Por cierto que las teorías del silencio, tan proliferantes en nuestros ensordecedores días, podrían adjudicar una secreta superioridad, un escondido privilegio místi­co a la mujer en su enigmático silencio. Lo que me interesa mostrar aquí es que el lirismo raramente produce la imagen inversa del varón que seduce a partir de su silencio, y no debemos ni podemos engañarnos acerca del significado de esta asimetría.
En su hermosa interpretación de Los Tres Cofrecillos, Freud muestra ejemplos muy persuasivos de la ecuación de la mujer con el silencio (y del silencio con la muerte). El silencio que se otorga como clave a la supuesta identidad de la mujer acaba por desem­bocar inevitablemente en el silenciamiento de la mujer en la cultu­ra. Baste considerar, entre nosotros, el tiempo y los esfuerzos que han sido necesarios para restituir a su auténtica estatura una voz poética como la de Alfonsina Storni (ignorada públicamente, en su tiempo, por la voz de los Orfeos imperantes: Lugones y Borges). Explorar estos muy interesantes terrenos nos llevaría, con todo, muy lejos de nuestro propósito principal, de modo que dejamos el tema abierto para otra ocasión.


Ivonne Bordelois, La palabra amenazada
(negrita por cuenta y orden de la casa)

viernes, 29 de abril de 2011

Espejitos de colores


(...)
Todo el valor del hoy residía en el mañana, y el mañana valía solamente por otro mañana, y se llegaba ahí hasta el último hoy, el hoy definitivo, y así toda la vida transcurría para preparar, de día en día, de hora en hora, de momento en momento, lo que no llega nunca. Y descubrirán esa tremenda cosa: que el futuro no existe como futuro, que el futuro sólo es una creación y una parte del presente, y que soportar la vida inquieta, la vida triste, la vida dolorosa, por este futuro que de día en día huye y se aleja, es la estupidez más dolorosa de esa estupidísima vida.
Hombres, nosotros perdemos la vida por la muerte, nosotros consumimos lo real por lo imaginario. Nosotros valoramos los días sólo porque nos conducen a días que no tendrán otro valor que el de llevarnos a otros día semejantes a ellos… Hombres, toda vuestra vida es un fraude atroz que vosotros mismos tramáis en perjuicio vuestro, y sólo los demonios pueden reír fríamente de vuestra carrera hacia el espejo que huye.
(...)



 
Giovani Papini,  fragmento de "El espejo que huye"

jueves, 14 de abril de 2011

Volver


Ilusos los Ulises


Siempre, después de un viaje,
una mirada terca se aferra a lo que busca,
y es un hueco sombrío, una luz pavorosa
tan sólo lo que tocan los ojos del que vuelve.

Fidelidad, afán inútil.
¿Quién tuvo la arrogancia de intentarte?
Nadie ha sido capaz
-ni aún los que han muerto-
de destejer la trama
de los días.



Angel González, "De muestra, corregida y aumentada, de algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales que habitualmente comportan"

*********


Cuántas cosas tengo en la cabeza sobre el regreso...no me había dado cuenta:
La "Refutación del regreso" de Dolina
"La ruta de los salmones", de Galeano
Circunstancias mediante, "Volver", de Gardel y Le Pera (aunque yo me tome una licencia poética y vuelva con la frente llena de flores)
El camino del héroe de Campbell (aquí más resumido. Aunque el libro es interesantísimo)
Ulises y Argos
Heráclito. Heráclito y su detestable (por certera) economía
Nietzche tomado por Kundera en el principio de "La insoportable levedad del ser" (e inmediatamente Sabina con su bombín, desnuda frente al espejo. Me encanta esa imagen); Platón y aquel que vuelve a las entrañas de la caverna después de deslumbrarse de sol (aunque estos dos últimos son retornos en otro sentido, pero lo mismo se me vienen a la cabeza por estos días)


Y más allá de todo, yo aquí, de regreso. Aunque no. Pero sí. La incógnita es de dónde, o quién, a qué, o de qué. 

Y vivir, como único modo de descubrirlo.



viernes, 8 de abril de 2011

Deglución


¿cómo nombrar con esta boca,
cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con
                                                                        esta 
sola boca?*















Uno no puede ser muy objetivo cuando el referente es muy próximo...yo no puedo. 
Intenté de todos modos abstraerme de lo suave, de lo interno, de lo que se va para adentro, de lo que es absorbido o lamido por tu ojo y empecé por afuera. 
La masa de pestañas superiores ganó el territorio. Inmediatamente tracé una linea diagonal casi desde el ángulo inferior izquierdo, unos milímetros mas arriba. Pasando casi por el centro de la pupila, y levemente curvando mi ojo terminé unos milímetros por debajo del ángulo superior derecho. Seguí mirando la imagen por afuera...no entré hasta la retina (aunque pensé en la inversión de las proyecciones), me quedé en la flor marrón del iris con su centro negro de estambres y polen que se esparce y queda retenido en las pestañas...pelos duros como alambres....pelos como los de las plantas carnívoras...porque no es rimel lo que hay atrapado entre sus cientos de pelos, son restos....el ojo come al mundo y en las anchas líneas mojadas que limitan lo limpio, lo interno, lo puro, de lo externo, lo artificial, lo que puede tocarse, la coraza, la cascara del cuerpo; en esas anchas líneas limpias no quedan restos de la deglución de la mirada. 
La flor permanece inmutable, fija en su latido atrae al mundo, el mundo entra, y es fagocitado. Y pensé en ese punto que es el ojo, esa construcción que es la mirada, todo, todo eso que está por fuera, lo que es reflejado, lo que se especula y es transformado por la interpretación, lo que se digiere...el ojo es gástrico, por él nos alimentamos...en él conservamos hasta el aspecto de los olores en conjunto, en él permanece la memoria del tacto, de la piel suave de las piedras que a su vez  las constituye ásperas, abrasivas... como el ojo...porque es la misma esencia, la piel y el centro de la carne de las piedras...sus músculos son como de hierro...como el ojo...
Solté la linea que había trazado, simplemente la usé para transportarme desde los dos ángulos asibles de la imagen, por ella me transporté para recorrer el espacio. 
Justo en ese momento pestañaste y pude irme.

(Respuesta de una amiga a una inocente foto de mi ojito mirón)

*Olga Orozco, fragmento de "Con esta boca, en este mundo"

jueves, 7 de abril de 2011

Amélie

Lo bueno de la perfección es que es tan indiscutible como los rompecabezas: o encaja, o no. 
Teniendo en cuenta que lo perfecto no existe mas que para uno porque encaja en nuestros vericuetos. 
O sea, teniendo en cuenta su subjetividad...si así fuera y si lo tuviéramos en cuenta, claro...
Sí, es discutible, ya sé (incluso pretencioso o ridículo, `ta bien). Pero es lo primero que se me viene a la cabeza cuando pienso en Amélie. Porque, para mi, es una peli perfecta. 
Tal vez sea que nunca antes me había gustado absolutamente TODO de una peli: la fotografía, el guión, los personajes, la historia, las actuaciones, cada pequeña locación, cada giro, la música (dios mío, la música!. Hay que matar a Tiersen: nadie puede hacer canción un estado emocional de esa manera...es contra natura!), el equilibrio entre la ternura y la crueldad, entre el humor y el melodrama, la fusión entre la realidad y la irrealidad, lo aceitado entre el adentro y el afuera del personaje, el cambio de narradores, el traspaso del sueño a la vigilia (esa zona verde tan bastardeada), cada ínfima parte de la estructura interna!...casi como si la película misma fuera una aroma, porque los aromas tienen ese abracadabrante poder de llenarnos de recuerdos y sensaciones en un segundo, dejarnos subyugados en cualquier vereda absolutamente ajenos a cualquier otra cosa que no sea la emoción pura que ese aroma suscita, no?. 
O sea que, para mi, que de cine no sé nada más que lo que me emociona o no, Amélie es un aroma perfecto, y así termino de hacer ridículo todo este asunto y damos paso al fabuloso principio de "Le fabuleux destin d'Amélie Poulain", que es lo que importa







miércoles, 6 de abril de 2011

Kolmanskop, ese enorme silencio


                                                                                      "La arena de los relojes hizo crecer el desierto", Ismael Serrano



Kolmanskop, la ciudad devorada por la arena. Click aquí


(...)


Por el ápice abierto el cono inverso
Deja caer la cautelosa arena, 
Oro gradual que se desprende y llena 
El cóncavo cristal de su universo. 


Hay un agrado en observar la arcana 
Arena que resbala y que declina 
Y, a punto de caer, se arremolina 
Con una prisa que es del todo humana. 


La arena de los ciclos es la misma 
E infinita es la historia de la arena; 
Así, bajo tus dichas o tu pena, 
La invulnerable eternidad se abisma.


(...)


Fragmento de "El reloj de arena", de Jorge Luis Borges





viernes, 1 de abril de 2011

Honrar la vida


Cuánta alegría (y qué distinta a sí misma!) produce la realización de un sueño. Incomprensible, tal vez. Caprichoso, por qué no. Pero nuestro, que es lo máximo que podemos decir, porque es una forma de decir-nos.
Y tal vez por esa diáfana alegría, por sentir hoy, ahora, que la mejor forma que tenemos de honrar la vida es honrándonos, honrar a nuestros sueños (por más mala prensa que tenga la expresión entre los justos escépticos; fila que engroso la mayor parte del tiempo-por lo menos en lo de escépticos-), es que quiero escuchar a la Negra una vez más este viernes lluvioso y gris en Buenos Aires en que el otoño se anuncia potente e indiscutible. 
Este viernes en que yo siento el perfume de la primavera en todo el cuerpo; la vida que merece ser honrada, rebosante de aromas nuevos y pulposos, inciertos, brillantes, vivos.





No...Permanecer y transcurrir
no es es perdurar, no es existir,
ni honrar la vida
Hay tantas maneras de no ser
tanta conciencia sin saber,
adormecida...
Merecer la vida, no es callar y consentir
tantas injusticias repetidas...
Es una virtud, es dignidad
y es la actitud de identidad
más definida
Eso de durar y transcurrir
no nos dá derecho a presumir,
porque no es lo mismo que vivir
honrar la vida
No... Permanecer y transcurrir
no siempre quiere sugerir
honrar la vida
Hay tanta pequeña vanidad
en nuestra tonta humanidad
enceguecida.
Merecer la vida es erguirse vertical
más allá del mal, de las caídas...
Es igual que darle a la verdad
y a nuestra propia libertad
la bienvenida
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir
porque no es lo mismo que vivir
honrar la vida
Eladia Blázquez