sábado, 21 de septiembre de 2013

Los justos

Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire.
El que agradece que en la tierra haya música.
El que descubre con placer una etimología.
Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez.
El ceramista que premedita un color y una forma.
El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada.
Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto.
El que acaricia a un animal dormido.
El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho.
El que agradece que en la tierra haya Stevenson.
El que prefiere que los otros tengan razón.
Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo
          



J.L. Borges


Leí por ahí una idea que me resultó interesante; agua de lluvia que abre el poema y lo deja henchido de savia nueva (al menos para mi): alguien dijo que estos justos de los que habla Borges hacen referencia a los justos de los que habla el Talmud, aquellos 36 de cada generación gracias a los cuales dios no destruye el mundo. 
También que etimológicamente esos "justos" vendrían siendo lo que un "santo" para la tradición cristiana

y esto: En el Talmud (Sanhedrín 97b; Sucá 45b) encontramos lo siguiente: "Abaie dijo: 'En el mundo, cada generación no tiene menos de 36 personas justas sobre las cuales la divina Presencia reposa, ya que está dicho "El Eterno espera para tener piedad de vosotros; por eso, se levanta para tener misericordia de vosotros. Porque el Eterno es un Elokim de justicia, ¡bienaventurados son todos los que esperan en él!" (Ieshaiá / Isaías 30:18), cuya última palabra equivale al número 36.'"

Dice luego Yehuda RibcoA partir de esta idea, se ha desarrollado el concepto de los 36 justos ocultos.
Generalmente se los representa como extremadamente modestos, humildes, como ignorados por el resto de las personas en su condición particular, e ignorantes ellos mismos de su altura espiritual (o quizás, haciendo todo lo posible para que su identidad secreta no sea revelada).
Este bello concepto nos sirve para que no dependamos de intercesores celestiales, santitos, manosantas, ensalmadores, ganadores del Novel u otros por el estilo, ya que el mundo recibe la Misericordia a través de las acciones de los justos anónimos y jamás revelados.
Quizás es usted uno de ellos, quizás soy yo, o quizás esa persona que prejuiciosamente creemos que no tiene mérito alguno...
Es más, si somos más precisos en la lectura de las palabras del sabio Abaie, podemos darnos cuenta que todos los que se dedican con fidelidad a servir al Eterno son parte de esos 36 justos ocultos, pues en realidad no está hablando el sabio de 36 personas en concreto, sino de caracteres espirituales que pueden ser representados por infinidad de personas.


Y hallé también esta otra lectura, ignorante, sin duda, de la primera interpretación, y tal vez por eso (o, mejor dicho, por marcar de qué modo lo que pensamos tiene base en lo que creemos), igual de interesante:



Hay un conocido poema de Borges que a veces me consuela y a veces me irrita. Se llama Los Justos. Enumera gestos sencillos, de aparente simpleza e intrascendencia, que personas anónimas realizan en su vida cotidiana, como cultivar un jardín, acariciar un animal dormido, recordar un verso, agradecer que haya música en el mundo. Tres de estas enumeraciones son tremendamente incómodas:
        “El tipógrafo que compone esta página que tal vez no le agrada
          Esas personas -dice Borges- que se ignoran, están salvando al mundo.”
         Me pregunto: ¿si no se ignoraran, qué pasaría? Si supieran que están salvando el mundo, ¿dejarían de salvarlo? Si no se ignoraran, si lo supieran, ¿sus gestos se convertirían irremediablemente en medios para un fin?

*Texto leído en la presentación del libro: "Política, Violencia, Memoria. Génesis y circulación de las ideas en la Argentina de los años sesenta y setenta".



El poema, inocente, culpable y víctima, se limita a tañer.


domingo, 13 de enero de 2013

Los caminos a la verdad
                                 son falsos