domingo, 25 de abril de 2010

Tierra movida

"Era mi canto la ùnica certeza
lo unico cierto que me iba quedando;
busquè mi voz bajo las piedras
de tanta certeza se estaba secando"

Georgina Hassan, "Tierra movida"

 

Si la certeza es luz
y todo lo que hay es certeza,
es imposible que algo florezca:
se necesita la sombra,
la humedad de la duda,
(tal vez el silencio?. Tal vez, escucharnos)
para crecer.

jueves, 15 de abril de 2010

EL cristal con que se mira

La mirada de la voluntad es impura y ardiente. El alma de las cosas, la belleza, sólo se nos revela cuando no codiciamos nada, cuando nuestra mirada es pura contemplación.
Si miro un bosque que pretendo comprar, arrendar, talar,usar como coto de caza o gravar con una hipoteca, no es el bosque lo que veo, sino solamente su relación con mi voluntad, con mis planes y preocupaciones, con mi bolsillo. En ese caso el bosque es madera, es joven o viejo, está sano o enfermo. Por el contrario, si no quiero nada de él, contemplo su verde espesura con “la mente en blanco”, y entonces sí que es un bosque, naturaleza y vegetación; y hermoso. Lo mismo ocurre con los hombres y sus semblantes.

El hombre al que contemplo con temor, con esperanza, con codicia, con propósitos, con exigencias, no es un hombre, es sólo un turbio reflejo de mi voluntad. Le miro, consciente o inconscientemente, con sonoras preguntas que le disminuyen y falsean: ¿Es accesible, o es orgulloso? ¿Me respeta? ¿Puedo influir en él? ¿Sabe algo de arte?.
Los hombres con quienes tratamos, los vemos a través de mil preguntas semejantes a éstas y creemos conocer al ser humano y ser buenos psicólogos cuando conseguimos descubrir en su aspecto, en su actitud y conducta aquello que sirve o perjudica a nuestros propósitos. Pero ésta convicción carece de valor, y el campesino, el buhonero o el abogado de oficio son superiores, en ésta clase de psicología, a la mayor parte de políticos o científicos. En el momento en que la voluntad descansa y surge la contemplación, el simple ver y entregarse, todo cambia. El hombre deja de ser útil o peligroso, interesante o aburrido, amable o grosero, fuerte o débil.
Se convierte en naturaleza; es hermoso y notable como todas las cosas sobre las que se detiene la contemplación pura



Herman Hesse, Mi credo