jueves, 20 de octubre de 2011

Co-incidencias

Alguna vez descubrí que existe un principio de la física que se llama Principio de incertidumbre o de indeterminación de Heisenberg, que dice, simplificado hasta la vergüenza, que para la física clásica es imposible determinar con exactitud dos variables de un mismo objeto (pongamos por caso, fuerza y velocidad con que se mueve una partícula), porque al medir una inevitablemente, aunque sea en una medida ínfima, modificamos la otra. 
Esto establece el límite hasta el cual los conceptos de la física clásica (es decir, la idea de la exactitud de una medición de, por ejemplo, la velocidad de una partícula) son aplicables, y dónde entran a regir los de la física cuántica, que sí toma este principio de indeterminación (es decir, esta suerte de  "margen de error") como parte de su corpus

Hay gente que usa casi negligentemente cualquier cosa para pensar cualquier otra cosa...yo me incluyo entre ellos. Me incluyo entre los que ignoran absolutamente todo de física (las ciencias exactas, entre la gran mayoría de las cosas, jamás fueron lo mío), pero que utilizan algunas nociones de su corpus casi involuntariamente para mirar algunas otras cosas del mundo...
Y entonces, cada vez que lo recuerdo pienso que el "Principio de incertidumbre" traducido al mundo de los legos es, de alguna manera, lo mismo que decir (descuidada y conveniente transliteración mediante; conste en actas) que en antropología, por ejemplo, el observador no puede hacer un estudio de campo sin influir en la comunidad a la que estudia. O decir que nadie puede ser inmune ni estéril en un intercambio con un otro: estar en este mundo modifica al resto de los seres humanos, para bien y para mal
Cómo lo hacemos...eso ya es otro tema.










 "...es posible ver sin ser visto pero no es posible tocar sin al mismo tiempo ser tocado.
Uno nunca sale intacto de ningún contacto."


  
Denis Hollier, "La política de la prosa: ensayo sobre Sartre"





miércoles, 5 de octubre de 2011

Ella me preguntó por qué sería que la palabra "dicha" y la palabra "felicidad" eran sinónimos. Si no sería justamente porque la palabra dicha, el acto mismo de decir con verdad (de nombrar las cosas, de habitarlas de ese modo, de dejarnos habitar por los fonemas y sus profundidades), era un modo de sentir los pies desnudos sobre la tierra negra







Derecho al delirio