lunes, 27 de febrero de 2012

El camino es la meta

Chögyam Trungpa 




Fernando soñó que el mundo era cuadrado y que tenía que llevar un paquete a Venezuela, que estaba dentro de México. Por tierra los guiaba el embajador de Nosedònde y por mar Dana, su mujer (qué linda imagen -pensé -: ella lo guía por mar, por el agua, constelaciones, mujer, estrellas, guía, noche, cercanía, quilla que abre el viento, mano de la mujer que ama que señala a través de la noche, dirección en el vaivén negro de lo incierto y ellos dos ahí en un mismo movimiento).
Cuando llegaban a tierra de nuevo, a un pueblo fantasma (como no sé qué pueblo de no se qué película de terror, me dijo Dana . A los dos les encantan las pelis de terror, pero yo miro una y no duermo por una semana), aparecía alguien que le decía a Fer que quería ir con ellos, que quería llegar.
Y él respondía sereno:


-Lo importante no es la meta, sino el viaje.


Hay que ver lo oriental que resulta su versión onírica...


viernes, 17 de febrero de 2012

Por si algún paseante no lo conoce
Por si a algún otro le dan ganas de releerlo
y sobre todo, porque vale la pena que sea compartido





"Se hace camino al andar"
Antonio Machado, "Proverbios y cantares"
Era el octavo día de mi avería en el desierto y había escuchado la historia del comerciante 
bebiendo la última gota de mi provisión de agua.
—¡Ah —le dije al principito—, son muy bonitos tus cuentos, pero yo no he reparado mi avión, no tengo nada para beber y sería muy feliz si pudiera irme muy tranquilo en busca de una fuente!
—Mi amigo el zorro..., me dijo...
—No se trata ahora del zorro, muchachito...
—¿Por qué?
—Porque nos vamos a morir de sed...
No comprendió mi razonamiento y replicó:
—Es bueno haber tenido un amigo, aún si vamos a morir. Yo estoy muy contento de haber tenido 
un amigo zorro.
"Es incapaz de medir el peligro  —me dije  — Nunca tiene hambre ni sed y un poco de sol le 
basta..."
El principito me miró y respondió a mi pensamiento:
—Tengo sed también... vamos a buscar un pozo. ..
Tuve un gesto de cansancio; es absurdo buscar un pozo, al azar, en la inmensidad del desierto. 
Sin embargo, nos pusimos en marcha.
Después de dos horas de caminar en silencio, cayó la noche y las estrellas comenzaron a brillar. 
Yo las veía como en sueño, pues a causa de la sed tenía un poco de fiebre. Las palabras del principito 
danzaban en mi mente.
—¿Tienes sed, tú también? —le pregunté. Pero no respondió a mi pregunta, diciéndome 
simplemente:
—El agua puede ser buena también para el corazón...


No comprendí sus palabras, pero me callé; sabía muy bien que no había que interrogarlo.
El principito estaba cansado y se sentó; yo me senté a su lado y después de un silencio me dijo:
—Las estrellas son hermosas, por una flor que no se ve...
Respondí "seguramente" y miré sin hablar los pliegues que la arena formaba bajo la luna.
—El desierto es bello —añadió el principito.
Era verdad; siempre me ha gustado el desierto. Puede uno sentarse en una duna, nada se ve, 
nada se oye y sin embargo, algo resplandece en el silencio...
—Lo que más embellece al desierto —dijo el principito— es el pozo que oculta en algún sitio...
Me quedé sorprendido al comprender súbitamente ese misterioso resplandor de la arena. Cuando 
yo era niño vivía en una casa antigua en la que, según la leyenda, había un tesoro escondido. Sin duda 
que nadie supo jamás descubrirlo y quizás nadie lo buscó, pero parecía toda encantada por ese tesoro. 
Mi casa ocultaba un secreto en el fondo de su corazón...
—Sí —le dije al principito— ya se trate de la casa, de las estrellas o del desierto, lo que les 
embellece es invisible.
—Me gusta —dijo el principito— que estés de acuerdo con mi zorro.
Como el principito se dormía, lo tomé en mis brazos y me puse nuevamente en camino. Me 
sentía emocionado llevando aquel frágil tesoro, y me parecía que nada más frágil había sobre la Tierra. 
Miraba a la luz de la luna aquella frente pálida, aquellos ojos cerrados, los cabellos agitados por el viento 
y me decía: "lo que veo es sólo la corteza; lo más importante es invisible... "
Como sus labios entreabiertos esbozaron una sonrisa, me dije: "Lo que más me emociona de 
este principito dormido es su fidelidad a una flor, es la imagen de la rosa que resplandece en él como la 
llama de una lámpara, incluso cuando duerme... " Y lo sentí más frágil aún. Pensaba que a las lámparas 
hay que protegerlas: una racha de viento puede apagarlas...
Continué caminando y al rayar el alba descubrí el pozo. 


—Los hombres —dijo el principito— se meten en los rápidos pero no saben dónde van ni lo que 
quieren. . . Entonces se agitan y dan vueltas... 
Y añadió:
—¡No vale la pena!...
El pozo que habíamos encontrado no se parecía en nada a los pozos saharianos. Estos pozos 
son simples agujeros que se abren en la arena. El que teníamos ante nosotros parecía el pozo de un 
pueblo; pero por allí no había ningún pueblo y me parecía estar soñando.
—¡Es extraño! —le dije al principito—. Todo está a punto: la roldana, el balde y la cuerda...
Se rió y tocó la cuerda; hizo mover la roldana. Y la roldana gimió como una vieja veleta cuando el 
viento ha dormido mucho.
—¿Oyes? —dijo el principito—. Hemos despertado al pozo y canta.
No quería que el principito hiciera el menor esfuerzo y le dije:
—Déjame a mí, es demasiado pesado para ti.
Lentamente subí el cubo hasta  el brocal donde lo dejé bien seguro. En mis oídos sonaba aún el 
canto de la roldana y veía temblar al sol en el agua agitada.
—Tengo sed de esta agua —dijo el principito—, dame de beber...


¡Comprendí entonces lo que él había buscado!
Levanté el balde hasta sus labios y el principito bebió con los ojos cerrados. Todo era bello como 
una fiesta. Aquella agua era algo más que un alimento. Había nacido del caminar bajo las estrellas, del canto de la roldana, del esfuerzo de mis brazos. Era como un regalo para el corazón*. Cuando yo era niño, las luces del árbol de Navidad, la música de la misa de medianoche, la dulzura de las sonrisas, daban su resplandor a mi regalo de Navidad.


—Los hombres de tu tierra  —dijo el principito— cultivan cinco mil rosas en un jardín y no
encuentran lo que buscan.
—No lo encuentran nunca —le respondí. —Y sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en 
una sola rosa o en un poco de agua...
—Sin duda, respondí. Y el principito añadió:
—Pero los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón.


Yo había bebido y me encontraba bien. La arena, al alba, era color de miel, del que gozaba hasta 
sentirme dichoso. ¿Por qué había de sentirme triste?


Fragmento de "El principito", de Antoine de Saint Exupéry 
(*la negrita no es parte del texto orginal)









jueves, 9 de febrero de 2012

Ojalá

Querido Stig: 

Ojalá seamos dignos de tu desesperada esperanza.

Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo fuera de la mano.

Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.

Ojalá podamos merecer que nos llamen locos, como han sido llamadas locas las Madres de Plaza de Mayo, por cometer la locura de negarnos a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.

Ojalá podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia, que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero no estamos terminados.

Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando los caminos del viento a pesar de las caídas y las traiciones y las derrotas, porque la historia continúa más allá de nosotros y cuando ella dice adiós está diciendo: hasta luego.

Ojalá podamos mantener viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de todo aquel que viva animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del alma ni del tiempo.


Eduardo Galeano
Palabras de agradecimiento al recibir el Premio Stig Dagerman en Suecia, el 12 de septiembre 2010