domingo, 20 de febrero de 2011

Con la conciencia tranquila

En cuanto a frases como "no tener más guía, más juez que su conciencia", y, con su aprobación, vivir satisfecho y feliz, no olvidemos que la conciencia se acostumbra; y si hay un tipo de hombres terribles en la vida son los que han conseguido al mismo tiempo amaestrar su conciencia y no tener más juez que su conciencia.










Con la conciencia tranquila
Numerosos fueron los días en que confundí
simetría con equilibrio,
a lo opuesto llamé complementario,
y al parasitismo, simbiosis.
Interminables las tardes en que mezclé
frivolidad con alegría,
a la solemnidad llamé trascendencia,
y a la compraventa, altruismo.
Largas las noches en que barajé
la falta de compromiso con el vuelo libre,
lo que decía con lo que hacía, lo que hacía con lo que era,
la rabia con la justa indignación.
La vida entera se me ha pasado
llamando sentimientos a las palabras,
placer al ansia,
fatalidad a la cobardía.
(Y distracción a la irresponsabilidad,
tristeza a la autocompasión,
gusto por la soledad al miedo a ser descubierto.
Amor a la dependencia,
respeto a la indiferencia,
indiferencia al odio.)
Me rindo ante el dolor y lo llamo madurez,
lleno la hoja de palabras y lo llamo carta de amor,
me burlo y lo llamo inteligencia,
insulto y lo llamo cariño, nunca quise hacerte mal.
Lloro y digo que es cansancio, sólo un poco de cansancio,
que no me falta nada para ser feliz.
Felicidad no es más que el nombre de una adolescente, me repito,
confundiendo amargura con desprecio.
Duermo con la conciencia tranquila.
Sólo el cuerpo me despierta algunas madrugadas
con este dolor que combato con aspirinas.

Berna Wang, La mirada oblicua





Cada hombre puede verse hasta cierta hondura.
 Lo más impuro está más abajo.  Pero lo más puro también
.








Las fotos fueron tomadas en una muestra sobre el pensamiento de Carlos Vaz Ferreira en el Teatro Solís de Montevideo, Uruguay ("el Paisito", que dirìa Mario!); las citas presentes en éllas son de su autoría. 






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