viernes, 23 de diciembre de 2011




                       Dijo:
                                                   Comed, este es mi cuerpo.
                                                  Bebed, esta es mi sangre

                                                  Y se llenó su entorno por millares
                                                  de hienas,
                                                  de vampiros.




Angel González,  "De prosemas o menos"






viernes, 16 de diciembre de 2011

Poemas plagiados


"Hay algo particularmente hermoso y natural en la poesía que nace del lenguaje porque el lenguaje nunca se acaba; no hay que salir a buscar o a comprar sus elementos, como lo debe hacer el escultor o el pintor con sus materiales. Está allí, inacabable, siempre; nunca agotable"

Ivonne Bordelois, La palabra amenazada


El Bienaventurado


Por corregir los Diez Mandamientos.
Por embellecer a Poncio Pilato y ponerle una cinta al sombrero.
Por reemplumar y dorar el ala derecha del Ángel de la Guarda.
Por renovar el cielo, pintar y ajustar las estrellas y limpiar la Luna.
Por avivar las llamas del Purgatorio y restaurar almas.
Por volver a encender el fuego del infierno, poner una cola al Diablo,
componer una pezuña y hacer varias menudencias a los condenados.
Por poner un Cardenal y varios arañazos al hijo de Tobías y limpiar su
saco de viaje.
Por limpiar las orejas a la burra de Balán y herrarla.
Por remendar la camisa al hijo de Tobías.
Por poner una piedra nueva a la honda de David, manchar la cabeza
de Goliat y alargarle las piernas.


(Es el texto de la factura que un pintor conocido como Potriquín pasó al cura de Corullón – España – por restaurar santos e imágenes de la Iglesia de Villafranca del Bierzo en 1931 y por lo que cobró la suma de 314 pesetas.)
Fotografía de Chema Madoz


Recogido por Esteban Peicovich en su libro "Poemas plagiados"





"Estos "Poemas plagiados" son una colección de sapos convertidos en príncipes, gracias a la mirada de un poeta. [...] Lo que Peicovich hace es transcribir genuinos poemas que ha encontrado, ya hechos, en los lugares más dispares. Proclama así que lo artístico acecha, más o menos patente, en lo escrito o lo dicho sin pretensión estética alguna. Y es que la poesía vive silvestre y muchas veces en los libros de versos es el único sitio en que no está”.

Del epílogo de José María Parreño






viernes, 9 de diciembre de 2011

Mundos

Si uno se pusiera a escribir todo lo que pasa en un segundo. Un solo segundo en este mundo de miles de millones de años. Uno solo. Podría volver a llenar la biblioteca de Alejandría.





La mosca de Toledo










jueves, 8 de diciembre de 2011

El otro yo

El del los alter ego es un tema muy tratado en la literatura en general. 
Nada nuevo traigo, es cierto, excepto que, como otras veces, hay momentos en que todos esos retazos que he leído o me han comentado respecto de un tema particular hicieran cita en mi sin que yo me de por enterada del todo, y así va una a atarse los cordones desprevenida y se encuentra con todas esas palabras de otro(s yo?ojalá!) mirándola con la curiosidad con que un niño mira una hormiga. Y se asombra, claro, porque una es muy distraída y no se había dado cuenta de que todas esas cosas eran lo mismo
Así que lo nuevo es que me sucede a mi, que después de todo no es algo que alguien más pueda decir en la historia de la humanidad en el mismo sentido en que yo lo digo...a menos que sea uno de mis otros yo, claro.


Una muy querida amiga les dice "sincronicidad" a estos momentos en que pareciera que todo nos hablara de un mismo tema. Yo los llamo coincidencias (soy muy poco original, a veces) o "convergencias". Incluso me siento crisol, de vez en cuando (un crisol muy risueño de serlo, eso sí), en que todos esos momentos se funden y exhalan sus vapores escenciales, que no es más que uno, el mismo. Siempre el mismo.
Como si fuera, de un tiempo a esta parte, época de decantación (como si existiera semajante cosa, primero, claro)
Así, un martes cualquiera me doy cuenta de que el de los alter ego es un tema que se me ha cruzado varias veces en el camino aunque con diferentes colores:


Lo aborda con tierna simpleza Benedetti en "El otro yo"


Borges en "Borges y yo"


Poe en "William Wilson"


el paradigmático y "Extraño caso del Dr. Jekyll  y Mr Hyde" de Stevenson


y "El doble" de Dostoievsky


Serrat y Tarrés lo cantan un poco


lo toca Dolina, con el histrionismo de siempre, en su cuento "Novia"


En diferentes sentidos, es cierto, pero aún así.
Incluso puede verse sin mucho esfuerzo (aunque sí es necesario llevar bajo el brazo alguna bonachona holgura conceptual) en infinidad de textos de Cortázar, tan hábil para traspasar en cualquier ochava las fronteras de la identidad hacia cualquier territorio; tan presto a preguntarla (pienso en "los amantes", curiosamente, aunque no es su texto más obvio en este aspecto, pero lo mismo pienso en eso), y tan de tantas maneras


Desdoblamiento, coexistencia, intercomunicación o soledad compartida...depende del caso
Polaridad, podríamos pensar (y mi amiga vendría a decirme que no existen los contrarios sino los complementarios, y yo pensaría en una soga con sus dos extremos y en todo lo que hemos hablado del tema desde tantos costados, y entendería lo que me dice y asentiría un poco). 


El tema del alter ego como una textualización (existe esa palabra?) de esa "vocecita interna" de la que tanto se habla, y la pregunta inevitable, la que esboza Borges magistralmente al final de "Borges y yo":
"No sé cuál de los dos escribe esta página"


Cuál de los dos?
Cuál de todos?
O todos?
Y a qué responde en todo caso la multiplicación, el desdoblamiento, la escisión (e inevitablemente, de nuevo: es natural?)?


Y, sobre todo...qué tienen en común todos los que soy?















domingo, 4 de diciembre de 2011

Fotografía de Chema Madoz















Un hombres se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, 
de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, 
de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara




 J.L. Borges, epílogo a "El hacedor"