viernes, 15 de julio de 2011

"Cómo fotografiar un hueso"

Me llega un mail con la nota. 
"Yo no sé si tendrìa los huevos para fotografiar como ella", me dice. Frunzo el ceño porque sé que la persona que me envía el mail no sòlo tiene "los huevos" sino todo el corazón, en todo. Y eso también se ve en sus fotos. Pero bueno, qué sabe uno de lo que sabe, me digo
Fotografía de Adriana Lestido
Luego, leo
Luego, entiendo
Luego me dan ganas de aplaudir. 
Pero mejor sonrío y pienso y comparto, que tal vez sea un poco màs productivo:


-Uno no es una máquina -explica-. Antes de hacer algo, uno está obligado a preguntarse: ¿Para qué lo hago? ¿Para estar en el candelero? ¿Para hacer una muestra por año? ¿Para que no se olviden de mí? ¿O se trata de una necesidad vital, evolutiva? Yo estoy todo el tiempo en frecuencia creativa, pero por ahí paso mucho tiempo sin hacer una foto. Y no me preocupa. No soporto la pregunta "¿en qué proyecto andás?".
          Lestido resopla.

-Y yo no ando en nada, qué sé yo: estoy mirando el amanecer. Y la verdad que eso me alimenta más que montar una escena de creación sólo para que se suponga que estoy haciendo algo. Frente a tanta imagen y tanta nadería, prefiero preguntarme: ¿Llego al hueso con lo que estoy haciendo? ¿Me transforma lo que hago? ¿Podría vivir sin hacer lo que hago? ¿Entonces para qué lo hago? ¿Puede transformar al otro lo que hago? ¿Puede sentir propias las imágenes? ¿Le da ganas de hacer fotos? Ése es el compromiso que uno debe asumir.
-El compromiso del arte entonces es con uno mismo.
-Sí. Hay una malversación del concepto de arte y de compromiso. Creo que el compromiso tiene que existir, pero con uno. Uno tiene que saber detenerse. Todo es cuestión de parar, vaciarse y hacer espacio para llegar al hueso. La creación para mí es eso: espacio y limpieza. Para mí no existe la página en blanco: la página está llena de cosas y tengo que depurar para poder conectarme. Yo me conecto desde el vacío y eso lleva muchísimo trabajo.


Adriana Lestido en una bellísima nota de Josefina Lecitra en el diario La naciòn del 24-06-2011

Fotografía perteneciente a la serie "Madres e Hijas" (1995-1999) de Adriana Lestido

viernes, 8 de julio de 2011

Esa batalla

Pocas cosas quedan de esos tiempos (breves y lentos, como casi todos los vértigos cuando se los mira pasado el temblor; como un paréntesis): el recuerdo de un muchacho del que me gustaban hasta los agujeritos de su camiseta, un patio con hormigas negras, la sensación de sentirme adulta e intrusa en cualquier rincón de la facultad, como si ellos no supieran que yo no tenìa nada que hacer ahí y, sin embargo, ahí estaba. Un aula muy pequeña, las once de una noche pesada, una ventana abierta y la lluvia que se mezcla con el humo de los cigarros. Abelardo y Eloísa. El bar de enfrente; aprender a tomar "una lágrima". La transfiguración de la palabra "compañeros" en 20 cosas distintas en menos de dos horas -inocencia, malicia, estupidez o vagancia mediante-. El concepto de "cristalización de la realidad". La emoción de ver a la gente discutir apasionadamente sobre los fundamentos del Ser en los pasillos de un jueves cualquiera ("cómo nadie me había dicho que este mudo también existe?")
Y, hoy, Gregorio de Nisa (por qué será que me acuerdo ahora de ésto?): su idea de el hombre como límite entre lo terrenal y lo divino, entre lo temporal y lo eterno; habitando un territorio que le es propio y que ningún otro ser en el universo comparte. Descubrir la idea del hombre como espacio, como frontera. Que haya una forma de entendernos donde se nos de ser apenas un límite. 
Y la fascinación de pensar que en ese límite (ese espacio, esa línea tan inmensa que si uno la mira desde el centro mismo sólo alcanza a ver horizontes) se desarrolle todo


Esa batalla


Niños jugando en las ruinas. Sevilla, España, 1933
 Henri Cartier-Bresson
¿Cómo compaginar
la aniquiladora
idea de la muerte
con ese incontenible
afán de vida?

¿cómo acoplar el horror
ante la nada que vendrá
con la invasora alegría
del amor provisional
y verdadero?

¿cómo desactivar la lápida con el sembradío?

¿la guadaña
con el clavel?

¿será que el hombre es eso?

¿esa batalla?


Mario Benedetti