viernes, 1 de abril de 2011

Honrar la vida


Cuánta alegría (y qué distinta a sí misma!) produce la realización de un sueño. Incomprensible, tal vez. Caprichoso, por qué no. Pero nuestro, que es lo máximo que podemos decir, porque es una forma de decir-nos.
Y tal vez por esa diáfana alegría, por sentir hoy, ahora, que la mejor forma que tenemos de honrar la vida es honrándonos, honrar a nuestros sueños (por más mala prensa que tenga la expresión entre los justos escépticos; fila que engroso la mayor parte del tiempo-por lo menos en lo de escépticos-), es que quiero escuchar a la Negra una vez más este viernes lluvioso y gris en Buenos Aires en que el otoño se anuncia potente e indiscutible. 
Este viernes en que yo siento el perfume de la primavera en todo el cuerpo; la vida que merece ser honrada, rebosante de aromas nuevos y pulposos, inciertos, brillantes, vivos.





No...Permanecer y transcurrir
no es es perdurar, no es existir,
ni honrar la vida
Hay tantas maneras de no ser
tanta conciencia sin saber,
adormecida...
Merecer la vida, no es callar y consentir
tantas injusticias repetidas...
Es una virtud, es dignidad
y es la actitud de identidad
más definida
Eso de durar y transcurrir
no nos dá derecho a presumir,
porque no es lo mismo que vivir
honrar la vida
No... Permanecer y transcurrir
no siempre quiere sugerir
honrar la vida
Hay tanta pequeña vanidad
en nuestra tonta humanidad
enceguecida.
Merecer la vida es erguirse vertical
más allá del mal, de las caídas...
Es igual que darle a la verdad
y a nuestra propia libertad
la bienvenida
Eso de durar y transcurrir
no nos da derecho a presumir
porque no es lo mismo que vivir
honrar la vida
Eladia Blázquez

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