jueves, 7 de abril de 2011

Amélie

Lo bueno de la perfección es que es tan indiscutible como los rompecabezas: o encaja, o no. 
Teniendo en cuenta que lo perfecto no existe mas que para uno porque encaja en nuestros vericuetos. 
O sea, teniendo en cuenta su subjetividad...si así fuera y si lo tuviéramos en cuenta, claro...
Sí, es discutible, ya sé (incluso pretencioso o ridículo, `ta bien). Pero es lo primero que se me viene a la cabeza cuando pienso en Amélie. Porque, para mi, es una peli perfecta. 
Tal vez sea que nunca antes me había gustado absolutamente TODO de una peli: la fotografía, el guión, los personajes, la historia, las actuaciones, cada pequeña locación, cada giro, la música (dios mío, la música!. Hay que matar a Tiersen: nadie puede hacer canción un estado emocional de esa manera...es contra natura!), el equilibrio entre la ternura y la crueldad, entre el humor y el melodrama, la fusión entre la realidad y la irrealidad, lo aceitado entre el adentro y el afuera del personaje, el cambio de narradores, el traspaso del sueño a la vigilia (esa zona verde tan bastardeada), cada ínfima parte de la estructura interna!...casi como si la película misma fuera una aroma, porque los aromas tienen ese abracadabrante poder de llenarnos de recuerdos y sensaciones en un segundo, dejarnos subyugados en cualquier vereda absolutamente ajenos a cualquier otra cosa que no sea la emoción pura que ese aroma suscita, no?. 
O sea que, para mi, que de cine no sé nada más que lo que me emociona o no, Amélie es un aroma perfecto, y así termino de hacer ridículo todo este asunto y damos paso al fabuloso principio de "Le fabuleux destin d'Amélie Poulain", que es lo que importa







No hay comentarios: