jueves, 27 de enero de 2011

Marzo del 2009. Acto en repudio al golpe militar
del 24 de marzo de 1976 en Argentina
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A juicio de los occidentales, el futuro está delante de nosotros. A juicio de muchos pueblos de Oceanía, el futuro reside atrás, no adelante. Para construir una cultura en la que el pasado sea útil y no coactivo, debemos ubicar el futuro entre nosotros, como algo que está aquí listo para que lo ayudemos y protejamos antes de que nazca, porque de lo contrario, será demasiado tarde.



Margaret Mead, Cultura y compromiso





2 comentarios:

Doe dijo...

...y me pregunto, Buenos Aires, si este rostro que hoy me ofreces es tu verdad, o es la máscara indecente que oculta la auténtica verdad de la miseria que se extiende por todo el continente.

ND dijo...

Para cubrir lo que no queremos que se vea, cualquier bandera puede servir.
La pregunta que te inquieta es válida, y la respuesta que se me ocurre es que en un mundo en que todo se mide en tèrminos de conveniencia y rentabilidad, incluso la justicia, la verdad o la memoria (fijate que lo digo así y parecen banderines de colores, y uno desconfía, viste?. Como si fueran palabras minadas) son bienes de uso. Y Buenos Aires tampoco escapa totalmente de eso
Hace poco me acordaba de que “persona” (personae, en latìn), etimològicamente, significa “màscara”: asì se denominaba a las màscaras que utilizaban los actores que representaban las comedias griegas en la antigüedad. Y pensaba que Mead habla, también, un poco de esto: es necesario, más allá de las máscaras y de las banderas, reconocer que hay algo que pulsa debajo, algo vivo que se esconde. Y tener el valor de mirarlo, de asumirlo, de preguntarlo.
Es fácil versar sobre el pasado, indignarse y emitir juicios sobre algo sobre lo que ya no podemos modificar. Gritar e indignarse. Es fácil. Hipócrita y fácil: dos pilares conocidos.
Del mismo modo en que es fácil hablar de un futuro lejano, algo por venir sobre lo que no tenemos responsabilidad alguna (y así estamos educados para creer: que lo que hacemos no importa, no influye, no pesa)
Me gusta que Mead nos inste, desde un trabajo que ella vivió (y no sólo hizo), a la creación. A la creación de una vida, de un futuro, de una humanidad, si se quiere, donde dejemos de ser sólo reaccionarios y empecemos a ser creadores, activos, con el riesgo y la inexcusable responsabilidad que eso implica. Que el pasado sólo sirva para saber qué sí y qué no queremos, pero no para usarlo de máscara, para esconder ahí nuestros miedos, nuestras ganas de ser algo que no nos animamos a ser.
Que nos inste a la honestidad, después de todo. Y a hacer. Y a la valentía de asumirnos.

Gracias por la visita
Un beso