viernes, 14 de enero de 2011

Condición-al-Es

Somos materia (y cultura)
Está claro: mi cuerpo es sobre todo agua. Tengo músculos, nervios, espina dorsal y pulmones. Ojos, tobillos, lengua, piel, cerebro… Añadiéndo la química, los impulsos eléctricos y la “chispa de la vida”, resulto yo.
Y lloro, sueño, río, camino, canto, duermo, escribo, cocino, deseo, añoro, bailo, como, espero, seduzco, medito, trasnocho, dibujo, estudio, pregunto, amo, saludo, frunzo el ceño -a veces-, grito, leo, suspiro…
Pero no lo hago de la misma manera que los demás. Lo hago de distinta forma que mis amigos, de distinta forma que mis padres, de distinta forma que los jefes de las oficinas, de distinta forma que mi vecina de abajo, de distinta forma que todos los demás…
Y si me alejo aún más no amo como aman los africanos, ni rezo como mi abuela, ni me emocionan los mismos libros que a otros.
Si hubiéramos nacido en otro lugar del planeta quizá no sentiríamos celos y disfrutaríamos de la compañía que nos agrada por el mero hecho de existir en ese momento. O cocinaríamos para una gran familia en torno a la cual gira la vida. O no planearíamos tener o no tener hijos. O no discutiríamos de la existencia de Dios porque viviríamos convencidos de su existencia y sus cuidados, o ajenos a él y seguros de nuestra autosuficiencia.
Si no me hubieran contado que el mundo sería rosa como el algodón de feria, quizá no lo vería negro en ningún momento.
Si no nos asustara la muerte…
Si no nos preocupara el futuro…
Si no tuviéramos miedo a la decepción…

Tomado de pequeñamoleskine, del  26/01/2007

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