martes, 11 de enero de 2011

La jardinera

Era verano, de mañana y miércoles. Todo al mismo tiempo, habráse visto...
Casi sonámbula, como siempre, abrí las puertas y las ventanas, acaricié al perro, preparé el mate y me sentè a desayunar. En lugar de música o silencio, se me dió por prender la tele: canal Encuentro, el canal del Ministerio de Eduación de la Nación que, contra todos los pronósticos, es un lujo de originalidad y buenas ideas, diversidad e inteligencia.
La primera frase que escuchè, la que me despertò, la que abriò finalmente el velo del día y la sonrisa del entendimiento, decía algo así como muchas generaciones le debemos haber hecho que la poesía, la buena poesía, sea cosa de chicos. Que también sea algo con qué jugar, una forma de mirar el mundo, de descubrirlo
Asentì, gratamente sorprendida, con el primer sorbo del día colgando de la sonrisa



Ella, que contó cantando, que cantó contando, que escribió viviendo, que nunca se olvidó de cómo jugar ni de cómo llorar cuando algo duele...


Ayer me llegó un mensaje al teléfono: "Cantemos juntos las canciones de María Elena Walsh, para despedirla"
No poder creerlo
Ponerse triste
Llorar un poco (darse cuenta de tanto, una vez más)
Encontrar una mano y una mirada que no dicen nada pero saben, y se cobijan ahí, en esa pequeña nostalgia, en ese país azul de flores de jacarandá
Y responder el mensaje con un "Cantemos, sí"
Y tararear toda la tarde sus canciones, las mismas que todavìa muchos cantamos a nuestros hijos, sobrinos, nietos
Tararearlas como salvas de colores que suenen como campanas



Porque las sabemos todas, despuès de tantos años. Las de los grandes y las de los chicos. Las serenatas para la tierra de uno y los twists de monos lisos, las reinas batatas y las cigarras que despiertan,  los Osías que marchan y los gobernantes con canción de cuna




Alguna vez alguien me dijo que Nosequièn había dicho que la grandeza de un artista se hace patente el día en que el pueblo deja de saber que sus canciones son suyas, que las hace propias; que de Siempre han venido, como si fueran parte de la naturaleza.
Casi nadie, cuando hablo de ella, sabe que las canciones que saben (porque las saben, todos) son suyas.
Y será, no`mas...




Salud, María Elena, con alegría niña y profundo agradecimiento, por habernos dado a tantos qué (y con qué) cantar en el camino


.,.,.,


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